domingo, 9 de noviembre de 2008

lunes, 20 de octubre de 2008

Inmigración "re-loca"



La bonaerense Cinthia Gróttola se vino a Chile siguiendo a su pololo Felipe, compatriota nuestro. A sus 24 años ya tiene un hijo de 9 meses nacido en Argentina. Actualmente trabaja en artesanías "parchando" en el centro de Santiago.

domingo, 28 de septiembre de 2008

Made in China


La inmigración China en nuestro país se origina a fines del siglo XIX, junto con la anexión de territorios en el norte de Chile y con el término de la Guerra del Pacífico. Esta inmigración se ha incrementado en los últimos años, en parte, gracias a las relaciones bilaterales que ambos países han desarrollado, habiendo ya más de 10 mil chinos residentes en Chile.

Cuando aquí se menciona a la población china, lo primero que hacemos es relacionarla con restaurantes de comida proveniente de ese país, o con negocios que venden al por mayor todo tipo de cosas a un conveniente precio, desde un apaga velas hasta aros, u otros accesorios.

A diferencia de los típicos negocios chinos, Angel Lin y su familia, trabaja en su propio supermercado: Jian fú, ubicado en el centro de Santiago, entre las calles Brasil y Erasmo Escala.



Angel Lin, un joven de 25 años nacido en China en la provincia de Fujian, llegó a Chile el 2004 desde Argentina, donde trabajaba en el supermercado familiar Jian fú. Siguió a su padre, quien se vino cruzando la cordillera un año antes que él para extender la cadena de supermercados aquí en Chile. Angel trabajó con su familia durante 6 años atendiendo en Argentina, donde ahora lo está haciendo su tío.






Cuando llegó a Chile, su padre ya había instalado el supermercado donde actualmente trabaja con su familia y algunos compatriotas. Está abierto de lunes a domingo desde las 10am hasta las 10pm, pero él no llega sino hasta las 4 de la tarde. Vive en la calle Catedral; con su esposa, también de origen chino, a quien llama Anita, y que luego de preguntarle por segunda vez el nombre de ésta en su idioma natal, comienza a escribir en chino lo que -luego me explica- para él decía Lin Jian. También vive con su pequeña hija, que nació en Chile, María Luciana; su padre Lin y su madre.






Pese a todo el tiempo que lleva en América latina aún no comprende, o dice no comprender bien el español. Al igual que Anita o Lin jian que atiende una de las cajas y que trata de esquivar la cámara. Entre ellos hablan en chino mandarín -para que no les entienda supongo, ya que con los clientes se les logra entender un perfecto español cuando es necesario-.

En Argentina la población china trabaja principalmente en sus propios supermercados a diferencia de Chile. Incluso se creó la Asociación de Comerciantes Chino- Argentina , que los regula y los defiende de rumores que los acusan de ser mafias por ejemplo, de que roban las mercancías, u otros similares que van en desmedro de éstos. Si bien, se han reconocido algunos casos, son la minoría, como dijo Chi Hwa Chu, presidente de la Asociación de Comerciantes Chino- Argentina, al diario "El Clarín". “Hoy en día, aquí en Chile no hay muchos supermercados chinos como en Argentina, pero puede que este tipo de negocio crezca",dice Angel Lin. Incluso uno de sus amigos va tras los mismos pasos que él, pues también tiene un supermercado, este se llama Linder, ubicado en la calle Catedral, entre Maturana y Brasil.



Jian fú podría ser un supermercado más entre los tantos otros existentes en Chile, ya que posee todo lo que éstos también: largos pasillos, todo tipo de productos, e incluso, a los mismos precios. Pero en realidad no lo es. Para empezar es atendido por sus propios dueños de origen chino, en el que venden productos provenientes de su país, como fideos, té, sushi, salsa de soya, e incluso cerveza, los que se venden muy bien, según Angel Lin.



“Los chilenos vienen al supermercado, principalmente, a comprar nuestros productos, sobre todo los fideos y el sushi”.-dijo Angel Lin, al tiempo en que me muestra el escaparate casi vacío.





Angel Lin dice que no le fue difícil acostumbrarse a vivir en Chile, pues está acompañado por sus familiares y además sus amigos chinos que aquí trabajan. Confiesa también que no cree en Dios ni religión, que le gusta mucho la comida chilena y los completos, pero aún así mantiene algunas supersticiones de su país, como por ejemplo; el cerdo amarillo que es para atraer el dinero. Concluye que jamás se ha sentido discriminado y que no está entre sus planes volver a China.





domingo, 7 de septiembre de 2008

Escapar de Cuba fue sólo el primer paso



Las dificultades de un inmigrante Cubano en Chile

Montesinos, o Gerardo a secas para los amigos, es un cubano de 40 años que llegó a Chile el 2004 y que aún no se ha podido establecer del todo. Un tipo no muy alto y además blancucho –nada que ver con el estereotipo del cubano que uno se imagina- . Tiene un acento muy característico, es ágil y muy rápido para hablar, tanto que parece tragarse la “r”, dejando un espacio en la oración.

Mientras se dirige a uno de sus dos trabajos en micro, me cuenta cómo es su vida aquí en Chile y por todo lo que ha tenido que pasar para estar acá.

Montesinos estudió en Cuba control de calidad. Allá no tenía buena situación económica, aunque le alcanzaba para vivir, como él afirma. “De todas formas me quería ir del país, a futuro no veía grandes posibilidades para mí entre tantas restricciones, yo quería ser libre y encontrar mi propio camino”.

Muchos de sus amigos, con anterioridad, habían tratado de escapar de Cuba en balsas, pero la mayoría murió en el intento. "Eran buenos amigos que permaneceran en el recuerdo, buenos recuerdos". Gerardo no hace más referencia al tema y como si no quisiera hablar más continua diciendo que descartó esa posibilidad.“Por un conocido, me enteré de alguien que vendía visas para Ecuador, la que compré por un poco más de $2 millones. No fue fácil obtener el dinero, pero lo logré”.

Llegando a Ecuador, en donde vivió un año, trabajó de lo que pudo: desde garzón hasta en un call center, daba igual. “No me quedaba de otra, lamentablemente nunca conseguí trabajar en lo que estudié”.

Un amigo de él, también cubano que vivía en Chile; le dijo que se viniera, pues le tenía un trabajo con muy buena paga y le podría ayudar a asentarse definitivamente aquí. Montesinos, no lo pensó dos veces, juntó el dinero y viajó rumbo a Santiago. Obtuvo el trabajo que se le prometía, pero su amigo que lo iba a ayudar, se fue del país pasado un mes desde que llegó Montesinos.
Gerardo no perdió el trabajo, pero el salario no era suficiente para vivir, menos después de encontrarse solo, sin la ayuda de su amigo. Al tiempo después, de todas formas renunció. “Busqué trabajo por todas partes, porque necesitaba más dinero para cubrir mis necesidades. Los chilenos son muy amables, pero no es fácil convencerlos que contraten a un extranjero tan fácilmente”.

Todos los días frecuentaba posibles puestos de trabajos. Dejó muchos currículos hasta que lo contrataron en la fundación La Fuente -ubicada en Valenzuela Castillo con Antonio Varas-, en Providencia. Él sería el encargado de la supervisión del proceso físico del material bibliográfico; es decir, debía revisar los libros antes de que se distribuyeran en las “bibliotecas vivas” o de escasos recursos de Chile.

Montesinos vive en la comuna de Santiago, en el barrio Bellavista. Ahí, en una casona antigua, arrienda una pieza por $60 mil, incluyendo gastos comunes, donde comparte con inmigrantes de distintos países. "Ya son como mi familia. Todos nos cuidamos mutuamente. La mayoría de nosotros no tiene a nadie".

En la fundación le pagan $180mil mensuales, lo que dice no le alcanza para vivir, así que ahora también trabaja como garzón cerca de su casa. Con un sueldo de $160 mil, más propinas. “Aunque es bien sacrificado y las deudas no me faltan, me soluciona gran parte de mis problemas”.

De Lunes a Viernes, Montesinos se levanta a las 8:30 de la mañana más o menos, para partir a su trabajo en Providencia que comienza a las 10 en punto. A las 6:00 de la tarde, toma una micro y se devuelve a Bellavista para llegar a tiempo a las 7:00, cuando parte su turno como garzón. Terminado todo su trabajo, recién a las 2:30 am o incluso hasta las 3:00 am, se va a su casa que queda a unas pocas cuadras del local y así sucesivamente. “Es verdad que estoy cansado y que me gustaría poder mantenerme con sólo un trabajo. Pero mientras no se pueda, seguiré esforzándome para tener todo lo que quiero y lo que alguna vez soñé tener”.

Se acaba el recorrido hasta Manuel Montt. Montesinos afirma que se quedará en Chile y que todo el sacrificio que ha hecho valdrá la pena tarde o temprano.